El envejecimiento cutáneo es un proceso dinámico y complejo en el que están involucrados múltiples factores: genéticos, hormonales y ambientales. Es definido clínicamente como una pérdida de elasticidad del tejido pérdida de la capacidad de recuperar su estado inicial después de un estiramiento de la piel), cambio de la textura de la piel (espesamiento o adelgazamiento) y la aparición de anomalías superficiales (pequeños vasos sanguíneos en la piel, manchas oscuras).
El Envejecimiento Cronológico o Intrínseco es el envejecimiento propio que ocurre al pasar los años y su severidad puede tener base genética y es lo que hace que algunas personas se mantengan mejor que otras. Se basa en una limitación de los mecanismos de regeneración celular, de pigmentación, de inmunidad y de producción sebácea, dando como resultado una disminución del espesor de la piel y atrofia.
Es la típica piel fina con muchas arrugas finas que atraviesan la mejilla y la orbicular de los ojos (patas de gallo), deshidratada y con coloración cetrina. Este tipo de envejecimiento se suele dar a partir de los 50 años y es diferente del Fotoenvejecimiento que trataremos en otro momento
En pacientes que presentan este tipo de envejecimiento es fundamental aportar nutrientes como oligoelementos, minerales y vitaminas y esto lo hacemos prescribiendo un tratamiento Ortomolecular que devolverá la piel a un estado de nutrición óptimo. Son muchos los nutrientes que pueden estar en falta, veamos algunos ejemplos:
Vitamina C: Interviene en la síntesis de colágeno. Previene el daño producido por las radiaciones UVA por la peroxidación lipídica de los radicales libres. Es un potente antioxidante y protege contra los radicales libres. Protege el ADN contra los daños producidos por las radiaciones ultravioletas tipo B del sol.
Silicio: su carencia produce estrías por pérdida de elasticidad de los tejidos, arrugas y envejecimiento prematuro de la piel.
Vanadio: actúa como potente antioxidante y su déficit causa envejecimiento prematuro.
Complejo B: en concreto la vitamina B3 interviene en la formación del colágeno, en el funcionamiento de la piel y el cabello y en la cicatrización.
Vitamina A: es esencial para el crecimiento, contribuye a la formación de colágeno y así a la hidratación y mantenimiento de la piel, la visión, huesos, dientes, uñas y pelo.
Manganeso: fortalecedor del sistema inmune y de gran poder antioxidante.