Una de las mayores preocupaciones de todos los pacientes que van a realizarse un tratamiento de medicina estética en el rostro es la NATURALIDAD.
Conseguirlo es cuestión de experiencia, pericia y capacidad del médico para escuchar al paciente. Te lo explicamos.
En los últimos años hemos estado asistiendo a cambios brutales en las caras de ciertas celebrities, fruto de la aplicación salvaje de tratamientos médico-estéticos como el bótox o los rellenos faciales. Evidentemente cuando vemos estas cosas nos asustamos ¿me sucederá esto a mi si me hago el tratamiento?
La respuesta es un rotundo NO. O al menos debería serlo siempre.
La cara es el reflejo de nuestro estado de ánimo, del estrés, la fatiga, las preocupaciones; pero también de nuestra personalidad, de nuestras alegrías y nuestros triunfos. Es fundamental por tanto que tanto el paciente como el médico la respeten lo suficiente, la valoraren lo suficiente, como para no querer modificarla.
La máxima debe ser mejorar lo que tenemos, no cambiarlo.
Partiendo de esta base y en segundo lugar, es vital escuchar al paciente. Conocer sus preocupaciones, cuál es el problema que le trae. En muchas ocasiones los pacientes acuden a las consultas con un determinado propósito e incluso con el tratamiento indicado ya en mente. Un buen profesional debe asesorar. A lo largo de nuestros años de trayectoria en Clínica Centro, hemos tenido que desaconsejar a muchos pacientes los tratamientos que tenían pensados porque es más eficaz otro tipo de técnica para lograr el resultado deseado o bien porque directamente al paciente NO LE HACE FALTA. Y en este último caso es donde se empiezan a ver aberraciones como las que comentábamos al principio: labios extremos, caras congeladas y sin expresión, etc fruto sin duda de una mala praxis en la aplicación de las técnicas o en el asesoramiento al paciente.
Un médico también debe saber decir NO.
A continuación está la formación y la visión estética del médico. El hecho de estar especializado en medicina estética no da la omnisciencia, hay que formarse continuamente. Cada técnica requiere de una formación específica para su correcta praxis.
Pero por encima de todo está la visión estética. Esta disciplina es todo un arte y hay que ser capaz de saber visualizar un rostro y tener claras qué pequeñas modificaciones son las necesarias para lograr el equilibrio y la armonía sin restarle personalidad. Puede ser una cuestión de mejorar la calidad de la piel, puede ser una cuestión de jugar sutilmente con los volúmenes, etc pero siempre esta visión combinada con los deseos del paciente es la que hará que el tratamiento sea todo un éxito.
En definitiva, un tratamiento médico-estético siempre ha de sumar, nunca restar. Asesorarse en diferentes centros, conocer las diferentes alternativas y decidir con la mayor cantidad de información posible en tu poder es la clave para que al final te pongas en las mejores manos.